miércoles, 16 de marzo de 2011

Ready to go

Porque sin duda vivimos en continuo estrés y frustración por la pérdida de tiempo y además las encuestas y los estudios apuntan a que lo queremos invertir cada vez más en ocio y menos en “obligaciones” como la de alimentarnos. He aquí un reto interesante: que alimentarse (y no sólo en un restaurante) se considere como una actividad de ocio. 

Y es que, además, una de las principales escuelas de consumismo y predicción de tendencias a nivel global, es la de los nómadas urbanos. Una especie emergente de seres que normalmente viven en ciudades y sobre la marcha, conectados permanentemente a un móvil y un portátil, que no tienen un espacio físico único ni para trabajar, ni casi para vivir, donde además se produce un solapamiento cada vez mayor entre trabajo y ocio… En definitiva, que los nuevos estilos de vida llevan aparejados patrones de alimentación concretos.

¿Cómo se reflejado todo esto en el ámbito de la alimentación? Pues ya lleva sucediendo desde hace años, pero sin duda es una tendencia que continúa: la de la conveniencia, o la adaptación de productos y servicios a momentos de consumo. Y es que, además, y hablando de incluso un mismo producto, no es lo mismo dependiendo de quién lo consuma y en qué momento: a las 8 de la mañana antes de ir a trabajar, o por la tarde relajadamente en casa con amigos.

Este fenómeno de la conveniencia, ligado muchas veces al  producto, se manifiesta continuamente en los lanzamientos de nuevos productos…Pero también se está manifestando en otros ámbitos, como el de la comunicación con el consumidor. ¿Por qué no facilitar la vida a los clientes de mi pastelería si a través de Twitter les informo de lo que acaba de salir del horno? Ya está sucediendo. Y qué decir del agotamiento mental que supone pensar cómo dar forma en casa al producto que compro…idear una receta. Pues nada mejor que, que el propio envase sea interactivo y con una lectura de un código pueda descargar de Internet recetas variadas relacionadas con el producto.

En lo que respecta a innovación en producto, los tiros van por el diseño de productos “listos para” o “ready to”: consumir, calentar, cocinar…Como los vegetales que se pueden cocinar en las propias bolsas de plástico en las que se comercializan, o pescados en bolsas de aluminio horneables. Y los productos que mayor desarrollo van a experimentar: los que son para microondas. Eso sí, todavía hay productos que tendrán que evolucionar para que estén tan sabrosos como cuando los sometemos a una buena fritura. Porque aquí la cuestión no es sólo la comodidad, sino cocinar de forma más saludable.

Estos productos además se venden bien:  “no es necesario tocar el producto, no huele, no mancha…Y además mantiene todas sus propiedades”. Pero para no manchar, nada mejor que consumir el propio envase. En Japón debe de haber algún plato preparado con “bandeja comestible”, y…el fregar se va a acabar.

Y es que para facilitar la vida en la cocina, otras innovaciones curiosas son las que se están dando en el ámbito de los productos en spray. ¿Podremos llegar a elaborar unas deliciosas magdalenas con sólo apretar un dedo y unos minutos de horno? Todo apunta a que sí.

También están los envases autocalentables/enfriables, los kits de ensamblaje donde el producto viene con sus ingredientes, condimentos e incluso cubiertos… El asunto es que el “pack” proporcione un momento de consumo instantáneo.

Qué decir del fenómeno del snacking: todo ahora adopta formato de snack, desde las frutas, hasta las verduras, el pescado y la carne. Lo que, además de aportar comodidad de consumo, mejora la reputación del fenómeno snack, con productos más saludables. Otro aliado de la conveniencia y la salud (asociado al control de la ingesta) es el formato “shot” o monodosis, que ha llegado hasta al vino.

Y para productos adaptados a estos ritmos de vida ajetreados, soluciones tecnológicas avanzadas. Así que quizás no dentro de mucho nos llevemos el horno de paseo o, lo que sería peor…nos lo conectemos al ordenador por usb.

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